domingo, 16 de febrero de 2020

Como Evangelizar a niños de diferentes edades?

Nadie que comprenda la depravación humana, la misión de la iglesia y la comisión de Cristo cuestiona la grande y apremiante necesidad de instruir a los niños en el camino de Cristo: 
“Vayan, pues, y hagan discípulos de todas las naciones” (Marcos 16:15a). 
“Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque de los que son como éstos es el reino de Dios” (Lucas 18:16). 
“No lo ocultaremos a sus hijos, sino que contaremos a la generación venidera las alabanzas del Señor, su poder y las maravillas que hizo. Porque él estableció un testimonio en Jacob, y puso una ley en Israel, la cual ordenó a nuestros padres que enseñaran a sus hijos, para que la generación venidera lo supiera, aun los hijos que habían de nacer, y éstos se levantaran y lo contaran a sus hijos, para que ellos pusieran su confianza en Dios” (Salmos 78:4-7a). 

La importancia de enseñar a los niños es clara. Pero inmediatamente surgen dos preguntas: 
  1. ¿Cómo debemos hacerlo para ser eficaces? 
  1. ¿Cómo debe ser el proceso de evangelización en los hogares cristianos, en la iglesia, las escuelas, y en la comunidad? 

Lo que nunca debemos olvidar 
Antes de adentrarnos a consejos más específicos, debemos establecer algunas verdades básicas que jamás debemos olvidar. 

Las iglesias pueden y deben instruir a los niños que asisten semana tras semana. Al mismo tiempo, es importante dejar claro que la instrucción en casa es fundamental. Es ahí donde los pequeños pasan más tiempo y aprenden no solo con palabras, sino también observando a sus padres. Ambas cosas son imprescindibles.  

Todo el contenido de la Biblia es importante. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento son Palabra de Dios y en ambos podemos encontrar el evangelio de Jesucristo. Es esencial siempre tener en mente que toda la Escritura se trata de Dios. Está bien enseñar las historias bíblicas de manera creativa, pero no cometamos el error de enfocarnos tanto en los personajes humanos que Dios termine pasando a segundo plano. Queremos sembrar en nuestros hijos el conocimiento y temor de Dios. 

Tampoco olvidemos darles a nuestros niños la oportunidad de ir a los pies de Cristo en arrepentimiento y fe. Nuestro objetivo principal en la evangelización es que los niños se encuentren con Cristo y que tengan la oportunidad de volverse a él. Oremos y confiemos en Dios, quien hace la obra.  

¿Cómo evangelizar a los niños de pecho? 
Los niños entre cero a tres años de edad son como una esponja; tienen una mente óptima para aprender. Esta es una edad crucial para instruir a nuestros niños, así que no perdamos el tiempo y sembremos en ellos la semilla del conocimiento de Dios.  
Los niños de pecho aprenden por los sentidos, principalmente la vista. Podemos mostrarles las historias más puntuales del plan redentor de manera gráfica y con frases cortas. La repetición es clave. A nuestros hijos les enseñamos la mayoría de los versículos que se saben repitiéndoselos muchas veces y pidiéndoles que los articularan una y otra vez a la medida que crecían y aprendían a pronunciar. 

El objetivo en esta edad es enseñarles que Dios es el Creador de todo, que debemos cuidar de lo creado y orar en agradecimiento a Dios. Hay que llevarlos a la iglesia, leerles (puede ser útil usar biblias ilustradas), orar por ellos y con ellos para que vean cómo se hace en privado y en público, y cantar con ellos. Escojamos un repertorio de recursos sencillo y enfocado en que comprendan la doctrina de Dios, la creación, la caída y la redención. 

¿Cómo evangelizar a los niños que comienzan a leer y a escribir? 
Con los niños más grandecitos (de 4 a 7 años) no podemos desaprovechar la oportunidad de responder sus preguntas acerca de Dios. Ellos ya han pasado la etapa de mera observación, y ahora son más lógicos en sus razonamientos. En esta edad es un poco más sencillo enseñar extendidamente con palabras, ya que su tiempo de atención es más prolongado. Podemos ir a través de las historias bíblicas y mostrarles la gran obra de Dios para mantener su relación con el hombre caído y su plan salvador que Cristo consumó. 

En esta etapa, las doctrinas bíblicas pueden y deben ser tratadas con ellos: la Trinidad, la autoridad de las Escrituras, la vida y obra de Cristo, y la relación de Dios con su creación; claro, todo con terminología a un nivel apropiado. Para esto se pueden utilizar traducciones en lenguaje sencillo, dosificando las historias para contarlas en períodos breves (por ejemplo, de 10 a 15 minutos).  

Como en la etapa anterior, debemos seguir orando por y con ellos, y llevándolos a la iglesia con nosotros.  

Niños de ocho años en adelante 
Un niño de ocho años ya resuelve problemas matemáticos con cierto nivel de complejidad y suele manejar muy bien el lenguaje. Obviamente hay diferencias de aprendizaje entre un niño de 8 años y uno de 18. El punto es que de aquí en adelante, los niños son capaces de lidiar con temas más complejos, son más independientes, y toman más iniciativa en aprender sobre lo que les interesa.  

En términos de contenido, este nivel no es tan diferente a los niveles anteriores. Con estos niños navegaremos a través de la Biblia, mostrando las historias ordenadas que nos muestran desde la creación, la caída, los actores reveladores y redentores de Dios hasta llegar a Cristo en el Nuevo Testamento. En este nivel podemos extender el tiempo de exposición y utilizar un nivel terminológico más alto. 

También, como en la etapa interior, no debemos olvidar el rol de la oración y de la iglesia local.  

En resumen, las verdades bíblicas que debemos enseñarles son las mismas; la diferencia es que tienen que ser adaptadas según la edad y el nivel de los niños. Esa es la parte que nosotros jugamos, junto con extenderles la invitación al arrepentimiento y la fe en Cristo. El fruto de nuestra evangelización está en las manos de Dios. Nosotros evangelizamos a nuestros hijos confiando en la gracia y el poder de Dios. 
Una nota para los maestros, padres y líderes de las iglesias 

La instrucción teológica de los que enseñan a los niños la Palabra de Dios debe ser prioridad. La mayoría de veces los profesores de niños y niñas son muy eficientes enseñando, pero desafortunadamente su teología deja mucho que desear. Cambiemos esta realidad y démosle a la instrucción de nuestros niños la importancia que merece. Tanto padres como maestros deben manejar la Escritura con precisión para poder enseñar verdad a los pequeños. 

https://www.coalicionporelevangelio.org

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