El evangelismo es una obligación para todo seguidor de Cristo. Hoy en día existen diversas opciones con las cuales podemos compartir el mensaje de salvación a otros, y cada una de esas alternativas se amolda a nuestras vivencias y rutina. Sin embargo, hay una forma de evangelismo que se aplica a cualquier persona y no hace distinción de sexo, edad, cultura, educación ni estatus social.
Sabemos que en la actualidad muchos se hacen llamar “cristianos”, pero no viven de acuerdo a las enseñanzas de Jesús y este comportamiento hace que sea difícil convencer a las personas de que necesitan un Salvador. De nada vale que se organicen grandes campañas evangelísticas, se repartan volantes o se predique de casa en casa si el mensaje que llevamos es inconsistente con nuestras acciones.
La manera más efectiva de evangelizar en silencio es con nuestras vidas. Cuando obedecemos y aplicamos la Palabra de Dios en todas las áreas de nuestra existencia, las personas verán que seguir de Jesús no es una religión, sino una relación y un estilo de vida. Esto significa que debemos reflejar el carácter y conducta de nuestro Señor no solo en la iglesia, sino especialmente en los lugares en los cuales pasamos la mayor parte de nuestro tiempo. Se debe empezar con la familia, luego con los amigos, compañeros de estudio o trabajo, vecinos y comunidad en general.
Tu comportamiento dice más que tus palabras.
Esto no significa ponernos una máscara de santidad frente a los demás ni pretender ser quienes no somos. Lo que debemos hacer es buscar más a Dios y pedirle que nos ayude a ser como Él. Cuando lo hacemos, los que nos rodean estarán más dispuestos a oír del amor y perdón Jesús; y de esta manera, podemos complementar los otros métodos de evangelismo y hacerlo más efectivo.
“Ustedes son como una luz que ilumina a todos. Son como una ciudad construida en la parte más alta de un cerro y que todos pueden ver. Nadie enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón. Todo lo contrario: la pone en un lugar alto para que alumbre a todos los que están en la casa. De la misma manera, la conducta de ustedes debe ser como una luz que ilumine y muestre cómo se obedece a Dios. Hagan buenas acciones. Así los demás las verán y alabarán a Dios, el Padre de ustedes que está en el cielo.” Mateo 5:14–16 (TLA)
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