jueves, 13 de febrero de 2020

4 Pasos para evangelizar puerta a puerta

Algunos pasos incluyen consejos útiles, cómo llevar papel y bolígrafo para apuntar cosas importantes o qué hacer en caso de que una familia sea católica. 

1. Presentación Para empezar, lo primero es llamar a la puerta, tocar el timbre o hacer palmas. Una vez que nos han atendido, saludamos y nos presentamos con nuestros nombres, indicando que somos cristianos, dónde estamos y qué actividades estamos haciendo.  Naturalmente hay que entrar en diálogo, por lo que es bueno contar que estamos recorriendo el barrio para conocer a la gente, rezar con ellos y bendecir sus casas, si así lo quisieran. Es muy importante respetar los deseos de la persona; no desistir ante el primer “no” por respuesta, pero tampoco ser insistentes. Nunca hay que dejar de ser amables y sonreír, incluso aunque nos rechacen de mala manera.  No debemos pasar por alto preguntar el o los nombres de las personas con las que estamos conversando, y tratar de no olvidarlos. Puede servir anotarlos en un cuaderno.   2. Diálogo Lo que nos interesa es conocer la realidad de la familia y de la persona en particular, sus alegrías, sus tristezas y problemas, su vida… nosotros podemos ser instrumentos pobres y humildes de Dios. Lo más importante es saber escuchar. Nunca entrar en discusiones. Respetar sus creencias y formas de llegar a Dios, aunque aconsejando con delicadeza y amor si incurriera en algún error grave.  Seguramente encontrarás mucha gente triste, por lo que es importante ser positivos e intentar hacerles ver las pequeñas buenas cosas de la vida. Habrá mucha gente enojada con la Iglesia, por lo que es importante darles la razón en aquellas cosas que la tengan y proponerles un punto de vista alternativo en aquellas que no sean tan así.  Siempre es importante respetar el ritmo y costumbres del lugar, evitando ser motivo de escándalos (ya sea por vestimenta, comportamientos, gritos, comentarios, mal vocabulario, etc.).  Durante la conversación, suelen darse silencios más o menos prolongados. Esto no significa que estemos haciendo las cosas mal, ellos son una parte natural y necesaria en toda conversación profunda. Hay silencios llenos de espiritualidad, de dolor, de ternura y es muy importante saber respetarlos. Sólo debemos interrumpir aquellos que resulten innecesariamente incómodos. Pero no tengas miedo al silencio.   3. Orar Podemos brindarle un lindo momento de oración a la gente e incluso debemos buscar el momento para proponerlo sin tampoco forzarlo. Podemos hacerlo simplemente preguntándole a la persona si le gustaría hacer una oración con nosotros. Pero antes de empezar, hay que disponer el clima. Es importante poner en orden cualquier factor que pudiera generar distracción durante la oración, como apagar una tele o una radio que esté encendida.  También es bueno invitar a acercarse a todos los presentes en el hogar que quieran participar y les explicamos lo que vamos a hacer a medida que lo hagamos. Cada casa suele tener un altar doméstico, un rincón religioso que, en el caso de existir, conviene integrar a la oración acercándose a él para orar. También conviene detectar si la familia tuviera alguna devoción hacia algún santo o Virgen en particular. 
 Antes de empezar a orar conviene entregar un papel a los presentes para que puedan seguir la oración por escrito, si es que saben leer. También podemos invitarlos a poner en común las intenciones que cada uno guarda en el corazón y por las que desean orar. Es importante aquí dar tiempo para realizar todo tipo de intenciones, agradecimientos, consolación y pedir por los enfermos. Puede suceder que por su naturaleza tímida la persona no participe de la puesta en común en las oraciones. Debemos estimular, pero no imponer esta participación, respetando sus tiempos.  En el caso que la familia sea católica, mormona, etc.) leeremos un fragmento del Evangelio sobre el cual podemos hacer luego una pequeña reflexión. También debemos dejar a un lado la imagen de la Virgen y procurar no invocarla, para evitar incomodarlos. En casos así, la figura central de la oración debe ser Jesús.  Es importante al hablar utilizar un lenguaje sencillo y actual, que todos puedan comprender, en todo lo que digamos. Por eso, si algún pasaje del Evangelio utilizara palabras poco claras, debemos aclararlas o cambiarlas por sinónimos más adecuados.  No debemos preocuparnos si durante la oración hubiera distracciones o interrupciones imprevistas. Debemos recibirlo todo con calma e incorporarlo a la oración. Toda etapa de la oración que pueda ser hecha por las personas mismas debemos alentarlos a que la hagan. Nuestro objetivo allí es enseñarles cómo y animarlos a que lo hagan con frecuencia, hasta que podamos volver y hacerlo otra vez con ellos.   4. Finalización Para cerrar el encuentro puede ser bueno hacer entrega de alguna Biblia, Nuevo Testamento o souvenir para la familia, explicándoles cómo se usa.  También no debemos olvidar preguntarles si tienen alguna petición en especial por la que les gustaría que oremos. Las anotamos, siguiendo este orden de prioridades: Salud, Intenciones generales, Acción de gracias, etc. Si hubiera algún enfermo en la casa, es bueno invitarlo a que vaya a la iglesia, si no se pudiera desplazar, animarlo al menos a recibirlo en su casa en otra ocasión.  
 Llegado el momento de despedirnos, debemos hacer un recordatorio de las actividades que estaremos realizando (si lo hemos hecho ya al comienzo, al contarles la razón de nuestra visita), invitándolos a acercarse para compartirlas con nosotros.  Al salir de la casa, luego de hacer unos metros, podemos anotar los datos de interés para no olvidarnos nada que sea importante recordar. 

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